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EU expulsaría a los mexicanos que emigraron con el cambio

Autorizada la construcción del nuevo muro y el envío a la frontera sur de 6 mil tropas de la Guardia Nacional, y mientras el presidente Fox se pasea por la geografía estadunidense y supervisa "cómo va la aprobación de la ley migratoria, que saldrá adelante", los paisanos indocumentados recibieron un nuevo revés a su pretensión de legalizar su estancia en aquel país.
En el gobierno del "cambio" se repite la cantaleta de que "no es un fracaso", pero ayer el Senado estadunidense rechazó una propuesta (la "tarjeta naranja") para legalizar a los más de 11 millones de indocumentados en aquel país, lo que refuerza la posibilidad de un regreso masivo de mexicanos, en especial aquellos que emigraron durante el gobierno del "cambio".
La única iniciativa que se mantiene viva, y que el jueves, a más tardar, se votará por el pleno, es la Hagel y Martínez, la cual intenta dividir en tres categorías (de acuerdo con sus años de estancia en el país) a los indocumentados que laboran en Estados Unidos: aquellos con cinco años o más de residencia podrían permanecer en territorio estadunidense y tramitar la ciudadanía, siempre y cuando "paguen una multa, impuestos atrasados, aprendan inglés y no tengan antecedentes penales"; los que comprueben de dos a cinco años tendrán que salir y ya en su país de origen deberán "inscribirse en un programa de trabajo temporal"; y con menos de dos años obligadamente deberán viajar a su nación original, sin garantía alguna de regreso.
De cualquier suerte, la tendencia es que buena parte de los indocumentados que trabajan en Estados Unidos sean expulsados a sus respectivos países de origen, México principalmente.
Semanas atrás el inquilino de Los Pinos se pavoneaba porque "en 10 años Estados Unidos estará suplicando, estará rogándole a México que le envíe trabajadores". Pero ha sido tan cruel la realidad, y tan cerrada la decisión del Legislativo de aquel país, que el presidente Fox implorará para que no le regrese la mano de obra expulsada durante su gobierno.
Es difícil imaginar a la economía estadunidense funcionando sin 11 millones de trabajadores, la mayoría de ellos mexicanos, que cotidianamente laboran en aquel país, pero es terrorífico suponer que ese enorme ejército regresará, sin más, a su lugar de origen, el cual fue dejado por falta de oportunidades, por la carencia de bienestar.
Sería dramático, porque económica y socialmente los países expulsores no tienen capacidad -más allá de los discursos- de recepción. La mayoría de los indocumentados son mexicanos, y no dejaron su nación por "razones culturales", como algún energúmeno oficial declaró, sino por la falta de empleo, por condiciones de hambre.
Dramático, también, porque dos de las tres categorías en las que el Senado estadunidense estaría "resolviendo" el asunto de los indocumentados, tendrían que abandonar su empleo y su ingreso en Estados Unidos.
Para el caso mexicano, esas dos categorías involucran a prácticamente todos los hombres y mujeres que fueron expulsados de su tierra por razones económicas durante el gobierno de Vicente Fox -a razón de 400 mil cada año-, y que cinco años después regresarían a un país en las mismas condiciones que obligaron a su salida, es decir, sin empleo, sin bienestar, sin oportunidades.
A lo largo de su gobierno, como él le llama, el presidente Fox estimuló la expulsión de mano de obra, porque económica y socialmente le resultó por demás productivo: creciente ingreso por concepto de remesas, y una cómoda válvula de escape para las presiones sociales. Si quieren chamba, váyanse para el norte, pero no se les olvide mandar dolaritos.
Fox pasea por la geografía estadunidense "para apoyar a nuestros paisanos, para reiterarles mi compromiso absoluto y total de defensa de todos sus derechos, de defensa de su dignidad, de defensa de lo que bien hacen ellos, que es trabajar para mejorar las condiciones de su familia. Allá voy a reiterar mi compromiso total de evitar cualquier violación a sus derechos laborales, a sus derechos humanos, a su dignidad; pero lo más importante es sentar las bases para el futuro, para esa migración ordenada, esa migración legal, esa migración segura". Y para redondear aseguró que "sería irresponsable actuar conchudamente y pensar que esta situación migratoria releva compromisos".
Sin embargo, a lo largo de su administración no ha hecho más que actuar conchudamente, porque le emigración masiva de mexicanos (alrededor de 2.4 millones en su sexenio) y el creciente flujo de remesas ha sido una de sus tablas de salvación. Y conchudamente ha dejado a terceros la obligación de su gobierno de generar empleo y bienestar para millones de mexicanos.
Las rebanadas del pastel:
Exito rotundo: El IFE y el jugoso presupuesto asignado para tal fin se traduce en la recepción de 9 mil 27 votos de mexicanos residentes en el extranjero para la elección del presidente de la República del próximo 2 de julio. El Pew Hispanic Center levantó una encuesta y el resultado fue que 55 por ciento de los mexicanos en Estados Unidos "no está enterado que habrá una elección presidencial este año...
La Jornada

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