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Stockton, ciudad miserable

Residentes y activistas rechazan la poco honrosa distinción otorgada

Araceli Martínez Ortega
Corresponsal de La Opinión

STOCKTON.— Las altas tasas de desempleo, embargos, crimen y contaminación que se viven en Stockton han logrado volcar la atención nacional hacia esta ciudad con una población de 279 mil habitantes, un 33% de ellos latinos.

En febrero pasado, un estudio de la revista Forbes le dio a Stockton la nada honrosa distinción de ser la segunda ciudad más miserable de Estados Unidos. Los parámetros considerados fueron significativas tasas de desempleo, largas horas en el automóvil para ir al trabajo, alto nivel de crimen, mal clima y abundancia de basura.

El año pasado, RealtyTrac, compañía líder investigadora del mercado inmobiliario, ubicó a Stockton en el primer lugar en la lista de ciudades con el mayor número de embargos hipotecarios de todo el país.

En 2005, otro sondeo le dio a Stockton, otro reconocimiento nada agradable: el segundo lugar en robo de autos por persona de todo el país; además de un repunte en robo de bancos y la tasa más alta de crímenes por persona de toda California.

Y por si no fuera suficiente, el Departamento del Trabajo adjudicó a Stockton una tasa de desempleo de 10% en enero. Los expertos dicen que una tasa arriba del 5% es para preocupar.

Pero a pesar de todos estos calificativos derogativos, la mayoría de los líderes comunitarios latinos entrevistados aquí por La Opinión afirmaron que viven a gusto en Stockton.

Aunque Jim Acevedo, presidente de la Coalición de Organizaciones Mexicoamericanas, residente por 28 años en Stockton, reconoce que se necesita mejorar pero se siente contento porque "aquí los problemas se atienden".

"Stockton ha registrado uno de los mayores crecimientos de la nación, y esto ha generado problemas como el tránsito, pero eso ya se está balanceando", opina.

Un recorrido por Stockton muestra a una ciudad muy parecida a otras en el Valle Central: sin muchos atractivos ni altos edificios pero con un centro bonito, un malecón agradable; barrios en los que abundan los letreros que anuncian la venta de casas y algunas viviendas abandonadas y vandalizadas. A pocas cuadras del centro, varios basurales despiden olores pestilentes sin que a nadie parezca importarle. En las orillas, pegadas a las autopistas, viven los pobres, las gallinas pululan libremente en torno a la maleza y hay zapatos colgando de los cables del tendido eléctrico.

José Espinoza, un mexicano dedicado a la construcción de casas y residente de Stockton desde hace 12 años, vive en carne propia el desempleo.

Está a punto de perder su casa porque se quedó sin empleo. "Si tengo trabajo dos días cada 15, es porque estoy de suerte", confiesa.

Espinoza compró su casa por 270 mil dólares hace año y medio, pagando un enganche de 30 mil que logró ahorrar en 10 años. Pero hoy su cesantía le hace prácticamente imposible pagar la mensualidad de 2,070 dólares.

"Como los precios han caído y mi casa vale menos de 200 mil dólares, no la puedo refinanciar, así que estoy a punto de perderla e irme a rentar", dice.

Carlos Villalobos tiene 47 años de edad. Llegó hace un año de Méxicoy no tiene empleo ya que la cosecha del espárrago, la principal del área, se ha retrasado por el frío.

Todos los días acude a comer gratis al Centro para Desamparados St. Mary’s Interfaith Community Services. "El año pasado no estaba tan mal. Había trabajo en el campo. Ahorita desde diciembre no he podido trabajar", cuenta.

Mercedes Moreno, directora de Programas de St. Mary, dice que por el desempleo cada día llegan hasta 600 personas para comer. "Últimamente vienen familias enteras. No sólo desamparados. Llegan personas que han perdido sus casas", revela.

Stockton había tenido un auge en la venta de casas en los últimos 10 años debido a lo prohibitivo de los precios en el área de la vecina Bahía de San Francisco. Miles compraron casas baratas, incluso con el único fin de rentarlas y sacar una ganancia en el futuro. En cuatro años, los precios se duplicaron, pero desde agosto pasado esa burbuja estalló. Hoy en un radio de media milla se pueden hallar 120 casas embargadas por los bancos hipotecarios.

Lilia Neyra, agente de bienes y raíces detalla que Stockton registra un promedio de dos mil embargos por mes. Habrá más propietarios que perderán sus casas, dice.

"Entre 1999 y 2005, la compra de casas funcionó como un cajero automático. La gente de la Bahía que compraba casas en Stockton las refinanciaban dos veces al año y obtenían entre 50 mil y 100 mil dólares por año", detalla.

Pero desde 2005 las casas cayeron de valor, se acabaron los préstamos fijos la gente comenzó a perder sus casas. "Teníamos barrios fantasmas porque la gente viajaba dos horas a trabajar a la Bahía y llegaba solamente para dormir en su casa", explica.

Es tal la crisis, considera Neyra, que los precios de algunas casas embargadas cayeron hasta en 75%. "Valían 650 mil y hoy piden 285 mil dólares".

La criminalidad

En 2006, el índice de asesinato en Stockton fue de 12.8 por cada 100 mil habitantes; más que en Los Ángeles, con 12.4. El índice de violaciones sexuales fue de 3.5 por cada 100 mil habitantes, contra 2.7 de Los Ángeles. En cuanto a robos de autos, fue comparativamente casi el doble.

Stockton se encuentra a 40 millas al sur de Sacramento y 83 al este de San Francisco.

María Ramos, una mexicana que radica aquí desde hace 30 años ha colocado barras a puertas y ventanas de su casa en el norte de la ciudad.

"Está terrible la inseguridad, ya puse alarma y tengo perro porque vivo sola y nunca se sabe. Tenemos pandillas y balaceras a pocas cuadras, con frecuencia rompen los vidrios de los autos para robar", comenta.

Ramos reconoce que la policía ha destinado más patrullas para la vigilancia. "De repente se calma y los maleantes se van para otro rumbo, pero luego regresan, y con los recortes que quieren hacer al presupuesto, nos van a quitar policías y bomberos".

Para Ramos, la tranquilidad se acabó en Stockton cuando la gente de la Bahía se empezó a mudar a la ciudad. "Los problemas de violencia se han agudizado en los últimos 10 años, antes todo era más tranquilo, y los que más sufrimos somos los de la clase media porque los ricos contratan sus propios policías".

Juan Ruvalcaba, presidente del grupo Comerciantes Unidos, tiene desde hace 30 años un restaurante en el centro de la ciudad. Para él, Stockton no es peor ni mejor que otra ciudad del Valle Central.

"No estamos peor que Visalia, Fresno o Sacramento y yo vivo muy a gusto", asegura.

"Estamos viviendo", reconoce, "una crisis hipotecaria y de desempleo que a todos nos afecta. A mí me bajó la clientela. Mucha gente está desempleada. Muchos indocumentados se regresan porque ya no los podemos contratar por la falta de papeles. A los patrones nos han intimidado y no me puedo arriesgar a contratarlos".

¿Qué hace miserable a Stockton? Para Luis Magaña, activista comunitario, es la combinación de la cesantía, el crimen, la crisis hipotecaria y la llegada de más inmigrantes sin trabajo. "El trabajo en el campo se ha mecanizado y ya no emplea tantos trabajadores. La construcción se ha caído".

Steve Ramírez, supervisor del condado de Stockton y candidato a alcalde de la ciudad, explica que los vaivenes en el empleo se deben a que éste depende de la agricultura, que con 1,300 millones de dólares es la principal actividad económica de la región.

En cuanto al crimen, dice que el gobierno ahora está respondiendo.

"Queremos ampliar la cárcel pero también trabajamos en un plan con otras ciudades del Valle Central para controlar el crimen y hemos visto progreso porque antes éramos el número uno en robos de autos, y ya hemos disminuido esas cifras".

Ramírez, de 44 años, comenta que aunque reventó la burbuja inmobiliaria la ciudad tiene "un futuro increíble".

"Stockton es una ciudad en desarrollo que sólo necesita un buen liderazgo porque está geográficamente muy bien ubicada, a una hora y media de San Francisco y dos a tres horas de Reno", agrega.

Y completa que le encanta Stockton porque además sus residentes, "lo más valioso que tenemos", asegura, es su mosaico de razas.

En tanto, la Coalición de Organizaciones Mexicoamericanas, que aglutina las agencias latinas del Valle de San Joaquín, refutó el informe de Forbes que ubica a Stockton como la segunda ciudad más miserable del país. Por el contrario, respondieron colectivamente: "es una buena ciudad para vivir".